De nobel a novel, Jesucristo Riquelme

De nobel a novel, por Jesucristo Riquelme

Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro, reza el Eclesiastés. Vicente Aleixandre, nuestro último poeta Premio Nobel, amasó, con amor y sin esfuerzo, una riqueza sin igual a lo largo de sus 86 años de existencia. Aleixandre profesó una amistad fraternal y cómplice con el poeta oriolano, una amistad basada en la dignidad ética y literaria. Nada cuesta imaginar al sevillano vaticinando ante el novel poeta Miguel Hernández: «Yo adivino en ti al escritor que escribe saturado de futuro. Tuyo es el porvenir». Y así fue. Pero lo fue porque Aleixandre – consejando honrada y discretamente a Josefina Manresa, viuda de Hernández, y previendo que Miguel era de esos escritores, primero, personas, y, después, poetas de la misma estirpe de honestidad– logró que el poeta del pueblo no desapareciera en el olvido del largo túnel franquista y que su obra fuera creciendo en valor merced a sus pesquisas y desvelos por proteger, reconstruir, recopilar, ordenar y fijar la poesía del oriolano. Para el prestigio como poeta del que Miguel Hernández goza dichosamente hoy y para el estreno de la difusión internacional fue imprescindible una figura de talla tan hondamente humana como la de Vicente Aleixandre.
La estrecha relación de hermanos, amigos y la de guía literario que supuso la magnífica poesía de Aleixandre para Miguel Hernández permitieron a ambos «estar en el secreto» de sus vidas. Las cartas de Aleixandre a Miguel Hernández y a Josefina Manresa nos proporcionan interesantísimas claves humanas para disfrutar de afectos tan íntimos como poco difundidos. Estamos ante un ejemplo de vida, ante una amistad más allá de la muerte y ante un epistolario que abarca cincuenta años (1935-1984) de nuestra más reciente historia.

De nobel a novel Epistolario inedito de Vicente Aleixandre a Miguel HernandezCon este resumen el autor, Jesucristo Riquelme, nos presenta una magnífica obra en la que no pretende otra cosa que dar a conocer a dos de los poetas más importantes de su generación yendo más allá de los versos que compusieron.

Mediante una recopilación de 309 cartas inéditas hasta el momento, Jesucristo Riquelme nos muestra la relación de fraternal amistad que existió entre Vicente Aleixandre y el poeta oriolano Miguel Hernández. Pero no sólo eso. El autor no escatima en interesantes comentarios acerca del contenido de cada una de las cartas que descubre al mundo y nos regala unas magníficas notas preliminares en las que no duda en contextualizar la amistad de estos dos poetas. Incluso cuando aquel fatídico 28 de marzo de 1942 la luz dejó de brillar en la mirada de Miguel Hernández, Vicente Aleixandre no vaciló un instante a la hora de garantizar que la luz no abandonara también la obra del poeta. Durante los años posteriores Aleixandre se convirtió en sostén y asesor de la viuda Josefina Manresa, mandándole dinero e incluso redactando las cartas que debía enviar a las editoriales cuando, pasado por fin el franquismo, llegó el momento de devolver los versos de Miguel Hernández al pueblo.

Con la ayuda del Instituto de Estudios Giennenses, centro en el que se encuentra actualmente el legado de Miguel Hernández y donde durante más de dos años se ha trabajado en la catalogación y digitalización de todos y cada uno de los documentos que componen este vasto e invaluable fondo, Jesucristo Riquelme y la Diputación de Jaén han publicado una obra que sin duda ayudará a descubrir a los hombres que hubo tras las figuras de estos dos grandes poetas.

A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres […] Nuestro destino es parar en las manos del pueblo. Sólo esas honradas manos pueden contener lo que la sangre honrada del poeta derrama vibrante.[…] // Tu voz y la mía irrumpen del mismo venero. Lo que echo de menos en mi guitarra lo hallo en la tuya. […] // Los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplados a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas. Hoy, este hoy de pasión, de vida, de muerte, nos empuja de un imponente modo a ti, a mí, a varios, hacia el pueblo. El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo.

Vicente Aleixandre.