79 aniversario de la boda de Miguel Hernández y Josefina

“Mi querida Josefina: Espérame. Voy dentro de cuatro días. Prepárate para nuestro casamiento. Vas a venir a Jaén conmigo. Tengo una alegría muy grande, nena. No se te hará antiguo el vestido […]”


Miguel Hernández llega a Jaén el día 2 de marzo de 1937. Sólo un día después, el 3 de marzo, escribe a la que muy pronto pasaría a ser su esposa, la quesadeña Josefina Manresa, para hacerle saber que por fin van a poder contraer nupcias.

Carta de Miguel Hernández Gilabert a Josefina Manresa Marhuenda Jaén







  
Tras casi cuatro años de noviazgo en los que la correspondencia fue la principal vía de comunicación entre ambos –325 cartas de Miguel a Josefina son las que se conservan a día de hoy en el Instituto de Estudios Giennenses– la pareja fija el día 9 de marzo de 1937 como fecha para una boda de la que ya llevaban tiempo hablando. Muestra de ello es otra carta enviada por Miguel desde Madrid el día 11 de febrero de ese mismo año en la que le escribe diciendo:

“[…]estamos ya en el año que esperábamos para nuestro casamiento […] No quiero que se te haga antiguo el vestido de novia, no quiero que se te pase de moda y sólo quiero traerte, traerte y más traerte.”


Efectivamente, el 9 de marzo, a la una del mediodía, contraen matrimonio civil en el juzgado de Orihuela. Miguel viste el uniforme caqui verdoso de su época en el Quinto Regimiento. Josefina luce un sencillo traje de fiesta. Tras pasar la noche de bodas en Cox, la pareja llega a Jaén el día 12 y se instala en el edificio del Comisariado, localizado en el número 9 de la calle Llana –hoy Francisco Coello, 11– donde Miguel había sido emplazado para ejercer como comisario en el organismo de propaganda “Altavoz del Frente Sur”.

Miguel Hernández y Josefina en la terraza del Comisariado en Jaén
De allí son la mitad de las fotos que conservamos de la pareja. Una de ellas, probablemente una de las más conocidas, nos muestra a Josefina vistiendo aún el luto por su padre –un guardia civil asesinado junto a tres civiles más y un cabo el 13 de agosto del año anterior por un tiroteo realizado por unos milicianos en Elda– escribiendo a máquina al dictado del poeta.
En Jaén, Miguel Hernández y Josefina Manresa comparten vivienda con otra joven pareja: José Herrera Petere y Carmen Soler. Allí reciben a multitud de personalidades y celebran un sinnúmero de reuniones y encuentros. Pedro Martínez Cartón, dirigente del asedio al Santuario; el humorista Andrés Martínez de León, “Oselito”; el poeta Pedro Garfias y el fotógrafo Tréllez son sólo algunas de las visitas que recibieron a lo largo de su estancia en tierras giennenses.

Cuando el tiempo lo permite, la pareja pasea por la Senda de los Huertos hasta Jabalcuz, donde el poeta, según las palabras que Josefina escribe a Diego Vadillos Lechuga con motivo de un homenaje celebrado en Jaén en el 25 aniversario de su muerte: “se bañaba con su hermosa salud”.


Miguel Hernández recitando en una fiestaSin embargo, los horrores de la guerra pronto alcanzan Jaén. El 1 de abril seis Junker 52 bombardean la capital causando ciento cincuenta y nueve muertos.
El poeta se encuentra fuera, cubriendo la batalla de Peñarroya o en la defensa de Medellín. Josefina, en cambio, es testigo directo de los bombardeos. A pesar de todo, no es eso lo que la arrastra de regreso a Cox el 19 de ese mismo mes, sino la enfermedad de su madre, que ha ido empeorando y que finalmente dará lugar a su fallecimiento tres días después.
El deseado viaje de la pareja a Quesada jamás llegará a realizarse. No habrá reencuentro entre ambos en tierras andaluzas. Pero permanecerán en Jaén los recuerdos de amor, guerra y poesía más intensos del poeta. Y perdurarán sus versos en el tiempo para dar fe de la pasión y el arrojo con los que Miguel Hernández vivió cada día en la provincia de Jaén.